La lección que dejó el “asedio al Capitolio”
Por varias horas los estadounidenses tuvieron un “nudo en la garganta”.
Fue el miércoles 6 de 2021, cuando – según cifras estimativas – unas 100 mil personas partidarias del derrotado Donald Trump se dirigieron al “santuario” de la democracia de los Estados Unidos con un solo fin: detener el acto Constitucional en el cual los diputados confirmaban el triunfo de Joe Biden.
Todo había comenzado por la mañana, luego que Trump volviera a cuestionar el resultado de las elecciones presidenciales del pasado 3 de noviembre.
Usando las clásicas y obvias declamaciones del típico político demagogo (ahora llamados populistas) los instó a defender “su” verdad que negaba “su” derrota y llamó a sus “militantes” “patriotas”.
Sin pensar, los adeptos a Trump salieron a las calles de Washington y se dirigieron directamente al Capitolio en donde los diputados llevaban adelante su labor parlamentaria.
La horda primerio asedió el edificio y luego se lanzó al asalto. Como consecuencia de este acto irresponsable hubo incidentes violentos que provocaron la muerte de al menos 5 personas.
Tibiamente, Trump pidió a sus militantes que “regresaran a sus casas”, pero insistió en que apelaría el resultado de las elecciones, calificándolo como “fraudulento”.
Las consecuencias a estos actos infames contra la “democracia decana” de Occidente fueron irrisorios. Las redes sociales Facebook y Twitter, los penalizaron (por un tiempo). Aunque por sus temerarias palabras -que lanzaron a sus partidarios a tomar el Capitolio – distintos dirigentes habían pedido medidas “aleccionadoras”, incluyendo la aplicación de la “enmienda 25 de la Constitución” por la cual puede ser destituido por incapacidad, nada de esto ocurrió.
Los anticuerpos de la democracia
Una democracia que luego de la Guerra Civil (conflicto de secesión) finalizada en 1865 se había mostrado “sólida” pareció tambalearse.
Biden, mirando los acontecimientos por TV expresó a los medios: “la democracia es frágil”; incluso en un país con casi 250 años de historia.
Trump recién admitió el final inevitable de su presidencia, este viernes. Pero anunció algo que lo describe como es: un megalómano.
Trump cree que él, es más importante que un país, que un sistema de gobierno basado en la búsqueda de la calidad institucional; mas importante que una República democrática. Y por eso avisó que no iría a la toma de posesión de la Presidencia de Biden el 20 de enero.
Su ego y su manía es tan grande que evitará a sus compatriotas ver un acto que en sí mismo es la democracia: la alternancia en el Poder.
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