La política en tiempos del Covid-19
A mediados del año pasado publiqué mi tercer libro. Más allá del homenaje a uno de los grandes escritores que la región le dio a las letras mundiales, mi postura (que mantengo) es en contra de la idea de que “la pandemia ha cambiado las cosas para siempre”. El libro cuenta historias de amor con particularidades por la cuarentena, pero que ocurren de todos modos.
Soy de la idea de que la pandemia es una crisis mundial que no cambió nada, sino que profundizó o desnudó realidades. Creo que una importante campaña en todo el planeta, tiene a muchos agitando fantasmas mucho más “feos” que los reales. Tenemos una crisis que cada uno enfrenta según sus capacidades previas, como en todas las crisis.
En algunos casos, aunque con matices, los países tomaron las cosas seriamente: Italia se demoró y tuvo muchas muertes en el inicio, pero probaron diferentes sistemas para enfrentar la pandemia, desde la seriedad y el análisis. Esos son los países serios, democráticos. Los que enfrentan las cosas y van haciéndose cargo de las decisiones que toman, pero siempre escuchando a todos.
Países como Brasil o Estados Unidos le dieron la espalda a la pandemia e incluso se mofaron o deliraron (como Trump llamando a tomar lavandina).
En países como el nuestro, el populismo que acababa de acceder al Gobierno se preparaba para llevarnos a este estado de cosas actuales en uno o dos períodos presidenciales. Vimos improvisación, falta de capacidad en los gobernantes (que accedieron a sus cargos por su obediencia y no por sus condiciones para gestionar), ventajas en medio de la crisis, discursos vacíos y mucha, mucha desidia. Los vacunados VIP, la falta de equipamiento en los Hospitales, el destrato a los médicos y demás trabajadores de la salud, el aumento impúdico de los medicamentos, la exagerada restricción para circular, la falta de sensibilidad ante casos especiales, son apenas una pequeña enumeración de las cosas que no necesariamente debían ocurrir. La pandemia no las produjo. Las produjo la cuarentena que dispuso el Gobierno de Argentina. Incluso la permanente actitud belicista de compararse con otros países y pretender que “no sé si nos equivocamos, pero en otro lado están peor” no ocurre por la cuarentena. Ante cualquier crítica, el Gobierno solo contesta “¡Con Macri sería peor!”. O se enoja con Lacalle Pou porque no es “amigo”, ya que propone cosas diferentes a lo que quiere imponer la autocracia argentina.
La pandemia solo aceleró las cosas. Fueron por Vicentin, aumentaron la carga impositiva, llenaron de ñoquis la administración pública, aprobaron el aborto y sometieron a todos los Gobiernos provinciales que venían de la coparticipación macrista donde los buenos administradores tenían un estado financiero inmejorable.
Pero la pandemia continuaba. A la exagerada cuarentena inicial que llevó a muchos al quiebre financiero o a la desocupación y donde se emitieron billetes en forma obscena (era tragicómico retirar varios billetes del cajero automático y constatar que estaban flamantes y con números correlativos), se le agregó un Estado demencial, que liberó 700 presos con la excusa de que estaban muy amontonados en las cárceles, pero al mismo tiempo se secuestraba un vehículo si no tenía los permisos especiales de circulación y se amenazaba con cárcel a quién saliera a tomar sol.
Y la pandemia continúa. Y las barbaridades populistas siguen creciendo. El Diputado Vivero dice que le dio “un pequeño empujón”, a su colega Fernando Iglesias, que cuando salió del recinto para ir al baño fue agredido por su colega en los pasillos del Congreso.
Venimos de ver la tragedia de la chiquita que “despareció” hasta ser encontrada en Luján. Y que resultó un caso de una pestilencia moral difícil de explicar. Al menos yo no vi al Colectivo de Mujeres o al INADI de Victoria, que más que Donda dijo ¿Dónde? y se hizo la Tonda.
En “El amor en tiempos del Covid 19”, las cosas ocurren con las particularidades de este tiempo, PERO OCURREN IGUAL. Lo que pasa en Argentina no es consecuencia de la pandemia sino de la cuarentena. Es decir: el problema que tenemos es la solución que elegimos para enfrentar al virus.
Un Estado autocrático y populista, que parecía a tono con el demencial escenario mundial planteado por Trump, ha quedado ahora sólo en el mismo lado que Cuba, Venezuela e Irán. La asunción de Biden y el regreso de la diplomacia mundial a un estado de equilibrio más moderado y democrático, desnuda con mayor crudeza la barbarie que vivimos en Argentina.
Entre otras cosas, nuestra posición en el concierto de las naciones es paupérrima (con Felipe Solá de Canciller no se podía esperar mucho más). Estamos a punto del default con el Club de París, lejos de arreglar con el FMI, no cerramos trato por vacunas fuera de las rusas por “exigencias” de los Laboratorios (que sin embargo le vendieron a todo el resto de la región), nos salimos del Grupo de Lima para apoyar al dictador Maduro… todo esto no ocurre por el virus.
Por más excusas que pongan y por mas formas que traten de inventar para explicarlo, el gran problema actual de la Argentina llegaría de todos modos, solo que en un poco más de tiempo. La Cámpora propone a Máximo como candidato a Presidente en 2023 por ser “Hijo de Próceres”. Un país donde el partido que gobierna cree que dos delincuentes son próceres de la Nación, irremediablemente sufrirá y mucho. Con o sin pandemia.
Es tiempo de reflexión y de tomar decisiones. No emparchar más esta crisis moral que hace décadas se viene comiendo los cimientos de esa Argentina respetada y pujante de hace un siglo atrás. Es hora de comprometernos en el rescate de la Patria. Dejando de tomar como normales a una serie de barbaridades que revuelven el estómago.
La Patria nos necesita fuera de nuestra zona de confort. Nos necesita construyendo en nuestro entorno alguno de los eslabones con que formar la cadena que saque a la Argentina del pozo y la devuelva a donde merecemos. Apenas un manojo de delincuentes se está quedando con toda nuestra riqueza económica y moral. Ya no podemos permitirlo.
Excelente reflexión. A toda esta situación la atraviesa, años de desidia en temas educativos. Estamos próximo a la «segunda ola» y en Sta. Cruz los edificios escolares permanecen cerrados!!!!