La Quimera de la Dimensión Humana
Un ser monstruoso, cuyo cuerpo está formado por partes de distintas bestias; tal vez partes reconocibles de animales salvajes y también humanas. Un monstruo híbrido, eso es la Quimera.
Para la mitología griega, este Ser aterrador fue concebido por Equindia y Tifón, pero también se llamaba así a la Hidra del poeta Hesíodo. En cualquier caso, una bestia aterradora y sin sentido humano.
De qué modo llegó la Khimaira griega; o la Chimæra latina, a ser nuestra “Quimera” como acepción de “sueño o ilusión imposible de realizar”, es un misterio.
Pero tal vez lo paradójico es que la ciencia adoptó literalmente esa palabra para denominar “experimentos” en los que se crean organismos híbridos con especies diferentes; expresando un concepto ambiguo, entre la creación de un monstruo y la persecución de una ilusión irrealizable, imposible.
Desde la aparición de ese virus “criminal” en un ¿mercado? de Wuhan (China), el SARS-CoV-2, es el centro de los problemas y preocupaciones mundiales.
En tiempos de Pandemia de Covid-19, cuando los medios masivos apuntan a diario la cantidad de muertos, infectados, hisopados, testeos y cuanta información contribuya un poco más a la desinformación, una noticia de relevancia quedó sepultada.
Tal vez porque en la mayoría de los países de América del Sur e incluso en España, el “catch” político es lo que más se consume en TV, radio, diarios y redes; una información que plantea un enorme dilema de la humanidad pasó desapercibido, ignorado y rápidamente descartado en los pocos medios que lo abordaron.
Se trata de la manipulación genética de células humanas vinculándolas con material genético de simios.
Puntualmente una “quimera” de humano y mono. Este aterrador “experimento” ha sobrevivido en algunos casos unos 20 días.
La excusa es la denominada Medicina Regenerativa, además de un estudio experimental de la biología embrionaria humana. Esta fue la justificación que han expuestos los médicos españoles que han anunciado su trabajo, en conjunto con científicos y laboratorios chinos. Otra vez, China.
Humano, no humano
El debate sobre la manipulación de embriones humanos tiene una escala similar al de la existencia de Dios.
Sin entrar en el terreno de la filosofía abstracta, la injerencia del hombre en su entorno es intrínseca a las relaciones humanas; al otro, a quien nosotros reconocemos como el otro y por lo tanto alguien con nuestra misma identidad humana. Básicamente, quienes somos partícipes de la humanidad.
También se podría mencionar al “sujeto de derecho” como un “igual”. Pero sobre esto sabemos que la cuestión de las Leyes – desde la concepción de la normativa, su legislación y luego su aplicación – varía y muta a placer del “Poder” actuante.
En definitiva, si en la actualidad está en discusión la “vida misma”, y se utiliza el eufemismo “interrupción” del embarazo para calificar el aborto inducido; parecería poco razonable abordar el tema de la manipulación de “material” humano en una discusión que vaya a tener una conclusión o acuerdo. Aunque simplemente bastaría argumentar que, si algo se interrumpe es porque de hecho existe; la “concepción” en si misma sería la “señal” de la vida humana. No una vida “latente” sino una vida en proceso.
Nuevamente el criterio varía y todo se reduce a los “usos y costumbres”; a “la Ley”.
Aunque si dejamos a esos criterios la valoración dimensión humana, nadie podría garantizarnos que, en un futuro, un anciano “improductivo” o un humano con serios problemas de salud deje de ser “sujeto de derecho”. Alguien podría plasmar en sí mismo y literalmente la categoría de “invalidez” (perder validez, ya no ser).
El “Método del Creador”
La noticia concreta es: “El equipo de Juan Carlos Izpisúa -desde el Instituto Salk de La Jolla (EEUU) y la Universidad Católica San Antonio de Murcia- ha desarrollado, por primera vez, quimeras de humano y mono. En concreto, los investigadores han creado embriones con células de macaco y humanas. El experimento se ha llevado a cabo en un laboratorio en China con experiencia en el desarrollo de embriones de primate fuera del cuerpo”. (fuente: diario El Mundo).
Aunque se aclara que el objetivo “no es la creación de una nueva especie híbrida. De hecho, los embriones no se han implantado en ningún organismo y su desarrollo se ha detenido sin que se cumplieran las tres semanas de gestación”; es obvio que haber llegado a este punto, no impediría llegar más allá.
Según las declaraciones de Izpisúa al diario español la finalidad del experimento, es proporcionar un mayor conocimiento sobre las todavía muy desconocidas primeras fases del desarrollo y, a más largo plazo, avanzar en la posibilidad de que puedan ‘fabricarse’ órganos humanos en un organismo animal. Por razones obvias, es casi imposible estudiar el desarrollo humano embrionario temprano de forma natural. Por tanto, la creación de modelos quiméricos in vitro nos permite avanzar en el conocimiento de los posibles errores que se producen en las primeras etapas de la embriogénesis», detalla el investigador quien reconoce que la investigación suscita importantes cuestiones éticas.
El artículo de El Mundo incluye una explicación simplificada del proceso de manipulación de este material “humano” y además contiene las argumentaciones de los investigadores en cuestión.
“El científico remarca que el trabajo ha sido posible gracia a que el equipo de Weizhi Ji, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Kunming en Yunnan (China), y parte esencial en la investigación, generó el año pasado una tecnología que hizo posible que embriones de mono sobrevivieran y crecieran fuera del cuerpo”, sintetiza.
El Método se describe de esta manera: “Para llevar a cabo la investigación, los científicos partieron de blastocitos de macaco a los que, seis días después de su creación, les inyectaron 25 células humanas. En concreto, las células infundidas eran un tipo de células madre, desarrollado hace unos años en el laboratorio de Izpisúa, con capacidad para diferenciarse además de en cualquier célula embrionaria, en otras de las estructuras extraembrionarias, como la placenta. Para crear las quimeras han empleado este tipo celular, que los científicos denominan células madre de pluripotencialidad inducida (iPS) «extendidas», con el fin de que tengan las máximas capacidades de diferenciación en el embrión de mono. Al cabo de un día, se detectaron células humanas en 132 embriones. Según los datos del trabajo, que se publica en la revista Cell, la supervivencia de los embriones comenzó a resentirse a partir del décimo día. Al llegar al día 19 seguían vivas tres quimeras. De cualquier manera, los investigadores destacan que el porcentaje de células humanas presentes en los embriones se mantuvo alto durante todo el tiempo de seguimiento”.
En ese sentido, los científicos pudieron identificar varías vías de comunicación entre las células humanas y de mono (tras analizar los transcriptomas), comprobaron que las líneas celulares humanas se habían integrado en el tejido y certificaron que el desarrollo se mantenía pese a la diversidad genética.
En 2017, el equipo de Izpisúa realizó el primer experimento de creación de quimeras con células humanas y de cerdos, si bien la apuesta no tuvo muy buenos resultados. En cambio, sí desarrollaron con éxito embriones quiméricos de rata y ratón. (fuente El Mundo/Cell)
Un futuro perturbador
“Lo que es posible hoy era imposible ayer», declara Izpisúa en una frase que más que tranquilizar, perturba.
Como en la obra maestra de ciencia ficción, La Isla del Doctor Moreau – escrita por H. G. Wells en 1896- los protagonistas de esta historia real y actual parecen haber perdido las certezas taxonómicas, pero además naufragan en las dudas y sólo encuentran el rumbo a tientas.
Wells también nos dejó aquella joya de la literatura “1984” (“Nineteen Eighty-Four”), en donde un “Gran Hermano”, un ser omnipresente y una realidad ficcionada con policías del pensamiento, presentaba un futuro de vigilancia y control masivo. Pues bien, en cierta manera Wells describió nuestro presente.
Sin entrar en teorías conspirativas, podría plantearse una pregunta simple: ¿a quienes, a que organización o país podría importarle y financiar el desarrollo una “fábrica” de órganos “humanoides” para trasplantes a gran escala, y de consumo masivo.
Es un interrogante sencillo, como igualmente sería simple suponer que no hay países desarrollando virus como armas, o fundaciones y empresas financiando las campañas de aborto como una solución efectiva y barata para terminar con la pobreza de la periferia; utilizando regiones y poblaciones humanas como campos de prueba científica y eficacia política.
Pero apartando la ficción, las especulaciones o incluso el sano criterio de la duda; el presente complejo de una “nueva normalidad” requiere de una nueva manera de analizar los contextos.
Millones de “renminbis” (denominación del Yuan chino que significa Moneda del Pueblo) destinados a investigar la manipulación genética para crear “humanoides simios descartables”, no parece ser algo real, y sin embargo lo es.
La ya mencionada “dimensión humana” es la que hace la diferencia en este caso y en otros vinculados a la Humanidad” y su evolución.
Incluso hoy, el criterio de donación y trasplantes de órganos, contiene en sí misma la impronta de la “dimensión humana”: la solidaridad; dar continuidad a una vida humana, tras la pérdida de otra.
De mismo modo que el criterio aplicado a “sujeto de derecho” que muta según las conveniencias; y observado la manera regresiva que han adoptado todos los sistemas de relaciones sociales actuales, “lo que hoy es imposible, mañana no lo será” y no habría impedimento para que una Quimera “simio-humana” ya no sea una quimera.
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