La alimentación, un eje fundamental para el bienestar
Sentirnos tranquilos y conformes con nuestra vida no es fácil en un contexto que nos exige adaptarnos a los cambios constantes. Sí debemos tener en cuenta que el bienestar está vinculado con la posibilidad de seguir desarrollando las habilidades ya adquiridas y animarse a hacer nuevas que nos apasionen. En la medida que se pueda, mantenernos activos y en movimiento, realizando caminatas u otros tipos de gimnasia, es fundamental. Las prácticas de respiración y registro corporal, aunque sea unos minutos al día, nos permite centrarnos en nuestras emociones y pensamientos. Así como el movimiento es importante, lo es la alimentación.
Podemos repensar la alimentación incorporando alimentos de manera consciente. Elegir cómo y qué comemos; y masticar lentamente es la clave porque lo que ingerimos pasa a integrar parte de nuestro cuerpo, formará nuestras células, la piel y cada uno de nuestros órganos. Mucha gente cree que comer es simplemente saciar el apetito, ignorando los beneficios de una alimentación adecuada.
Algunas personas -ya sea por falta de tiempo o por el hábito- generalmente comen rápido y no mastican la comida porque quieren seguir con su actividad. Y este es un grave error: la masticación está directamente ligada al cerebro por lo que hay que estar más atentos porque además, una mala digestión atenta contra dos de las necesidades básicas del ser humano: el buen humor y el buen dormir.
Por todo esto, entre otras cosas, es que el bienestar está ligado al sistema digestivo. Todos queremos sentirnos bien, estar de buen humor, pero si bien lo deseamos, está íntimamente ligado a la alimentación.
A las diarreas y a las constipaciones también hay que darles importancia. En nuestro intestino habitan comunidades de bacterias buenas y malas, además de parásitos, hongos, virus y neuronas (es el llamado Sistema Nervioso Entérico de 100 millones de neuronas), mientras que en el cerebro también habitan bacterias. Bacterias y neuronas dialogan y al haber inflamación intestinal, atentan contra una buena salud. Lo que llamábamos flora intestinal, hoy con mayores investigaciones y conocimientos se denomina microbiota.
Personas que suelen padecer inflamación, deben pensar en alimentarse con dietas antinflamatorias. Las más conocidas son la mediterránea y la japonesa porque consumen mucho pescado y ponen el énfasis en las verduras al tiempo que excluyen alimentos procesados y refinados, además de una ingesta menor de carnes rojas. Es importante evitar las verduras de hojas crudas.
Planteado esto, quisiera compartir recomendaciones para una buena digestión:
1. Para empezar el día, y antes de desayunar, es beneficioso beber dos o tres vasos de agua a temperatura natural. Ayuda a eliminar las toxinas que aún quedan en el organismo.
2. Ciertas personas toman agua con jugo de limón, también recomendable, pero es conveniente tomar el jugo de limón con sorbete para no dañar el esmalte dental.
3. Es fundamental dejar pasar doce horas entre la última comida del día y la primera de la mañana. Si no están acostumbrados, se puede empezar por el ayuno de 8 horas. Esto permite liberar al organismo del trabajo diario y posibilita que nuestros órganos descansen.
4. Si comemos con guarniciones de verduras crudas, especialmente de hojas, recomiendo dejar pasar dos horas antes de ingerir frutas, también contribuye a una mejor digestión.
5. Al comer carnes rojas, lo mejor es comenzar con un plato de ensaladas, preferentemente verdes.
6. Quienes padecen de molestias o inflamación abdominal, pueden comenzar por ensalada liviana sin hojas. También deberían evitar las papas porque fermentan y produce molestias posteriormente y dejar de lado o minimizar la ingesta de verduras crudas de hoja.
7. Evitar acompañar las carnes rojas con almidones (papas y pastas) porque le resulta más trabajoso al sistema digestivo.
8. Las verduras de hojas así como las semillas de lino, sésamo o cualquier otra pueden ser mejor toleradas cuando se licúan y se ingieren en forma de jugos.
Otro punto relevante son las alergias e intolerancias alimenticias. Debemos saber cuáles son los alimentos nos producen alguna reacción alérgica (picazón en ojos u orejas, pruritos, ronchas, rinitis, etc.). Sobre la celiaquía -intolerancia al gluten- hay que tener en cuenta que, sin ser celíaco, el no consumir tantas harinas blancas colabora con nuestra buena salud. Hay harinas integrales, de maíz, mandioca, trigo sarraceno suplen perfectamente las harinas de trigo que contienen gluten.
En la medida que estas recomendaciones pasen a formar parte de nuestras vidas, es decir, se transformen en hábitos, el organismo encontrará su equilibrio y nos aportará una gran cuota de bienestar.
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