Análisis del debate en EEUU: La decadencia del liderazgo
Se agraviaron de todas las maneras posible que los límites de la TV en vivo y directo lo permiten. Y luego de 90 minutos, el debate presidencial entre Donald Trump y Joe Biden dejó desconcierto, enojo, incluso angustia. El nivel de los dos hombres que aspiran a conducir los destinos de la mayor potencia de occidente fue paupérrimo en todos sus términos.
Fue el primer cara a cara entre Trump, de 74 años de edad, y Biden, de 77 años, y algunos se animaron a calificarlo como «un show de mierda!».
Calificativos, o mejor dicho descalificaciones como «racista», «mentiroso», «no inteligente», «payaso» y «débil» fueron solo algunos de los epítetos lanzados de ambos lados. Ideas, ninguna.
Cualquiera sea el tópico que el moderador Chris Wallac proponía servía para lanzar agravios o subir el tono de voz para taparse uno al otros, en un confuso parloteo que no dejó a ninguno bien parado.
El Coronavirus, la Corte Suprema de Justicia, la violencia racista o el Obama Care, todos los temas alentaron el cruce casi irracional sin dejar espacios para propuestas, planes o al menos «intenciones» para avanzar sobre el azaroso presente y el incierto futuro.
En suma, el primer debate entre ambos rivales para las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos se volvió un cruce caótico de ataques personales e interrupciones constantes.
Pero si de algo sirvió el duelo de 90 minutos, fue para reflejar el grado de deterioro político del país, con un recelo y desprecio entre rivales electorales inimaginable algún tiempo atrás
Además de este primer «seudo debate» el candidato republicano y el demócrata, hay programados otros dos antes de la cita con las urnas del próximo 3 de noviembre. El segundo se celebrará el 15 de octubre en Miami (Florida) y el último tendrá lugar el 22 de octubre en Nashville (Tennessee).
¿Quién ganó el debate?
Claves para analizar:
Donald Trump apeló a una herramienta que nada tiene que ver con la dialéctica o la discusión en términos de confrontación de ideas: la interrupción constante, y la descalificación hacia Biden.
Biden llamó a Trump un payaso y lo mando a cerrar la boca. Si hubiera podido decirle «bastardo idiota» tal vez lo hubiera hecho. Pero de ese modo se hubiera cumplido uno de los objetivos del Presidente: desestabilizarlo
¿Biden hirió a Trump por sus ‘impuestos ocultos’? No necesariamente. Cuando hizo notar que Trump pagaba menos impuestos federales que los maestros de escuela, ese mensaje, que podría haber sido un ataque poderoso, quedó enterrado en la diatriba con el presidente.
Biden salió mejor librado «aunque sea solo porque su objetivo principal era demostrar a los estadounidenses que podía resistir la presión, que no ha perdido el paso debido a su avanzada edad».
Trump acusó de inicio a su rival de estar en deuda con los socialistas y el ala más izquierdista de su partido: «Te van a dominar, Joe, lo sabes».
«Soy el Partido Demócrata ahora», replicó Biden, que quiso dejar claro que él domina la agenda demócrata.
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