Los daños colaterales del “confinamiento de la Argentina”
Cuarentena, confinamiento, aislamiento, encierro; todo define un “estado de cosas” en el cual se sumergió a la Argentina desde los primeros días de marzo hasta el reciente anuncio de vacunación con la “Sputnik V”, en busca de la inmunización contra el Covid19.
Como ocurrió en todo el planeta se tomaron medidas restrictivas que afectaron la normalidad y que claramente e indefectiblemente dejarán secuelas.
Son esos daños colaterales indeseados que sufrirá la población.
Los especialistas en salud mental y los economistas; dos áreas aparentemente opuestas de las ciencias tendrán en sus manos, primero analizar y luego prescribir sobre este fenómeno. Es que no son tan opuestas la psicología y la economía, ya que todo se resume en la fortaleza que da la confianza. Y es la “confianza” primero intima e individual y luego colectiva lo que ha afectado lo que los argentinos llamaron “cuarenterna”. Habiendo aceptado que se vulneren los derechos en pos de un resultado o remedio a la Pandemia del Covid 19; los argentinos sumaron frustraciones. La idea de cuidarnos individualmente para cuidarnos colectivamente fracasó; como fracasaron las acciones de la política económica. Habiendo perdido ese grado necesario de confianza para avanzar, el fin del año encuentra al país detenido, parado, sin reacción.
Ni siquiera el anuncio de la “vacuna rusa” se vivió como un alivio.
El intento de realizar un “relato épico” de la compra de dosis al gobierno del autócrata Vladimir Putín; las contradicciones del Ministro de Salud, Gines Gonzales y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) y finalmente las sospechas hicieron que una esperada buena noticia, sea el último acto de un plan fallido para enfrentar a la Pandemia.
Cuál será el resultado, más allá del sanitario, es aquello que visualiza como los daños colaterales o secuelas que modificarán a la sociedad argentina.
El concepto “daño colateral” tiene un arraigo en la jerga militar pero su uso se ha popularizado para referirse en todos los ámbitos a: “daños accidentales” o “no intencionales”, es decir a consecuencias “no deseadas”, pero, derivadas de acciones muchas veces erróneas, equivocas o inapropiadas. Un “error de cálculo” que deriva en efectos negativos o incluso, un secuela “esperable”, no deseable, pero inevitable para obtener un resultado.
¿Por que en la Argentina los daños colaterales fueron tan catastróficos? Error de cálculo o no, lo cierto es que el impacto de las medidas tomadas, hacen que la ecuación entre sus beneficios y sus perjuicios se vuelque hacia lo último.
Como en la economía, en la salud mental, podemos ir de los micro a lo macro. Sobre lo específicamente sanitario en torno al sistema primario de saludo, recomendamos leer dos artículos esclarecedores: Daño Colateral De La Pandemia Por Covid-19 En Centros Privados De Salud De Argentina (del mdecinabuenosaires.com) y Evidencias del daño colateral del COVID-19 (del Instituto Cardiovascular ICBA).
Un reciclador (cartonero) debe dejar sus recorridos habituales en busca de materiales para vender, un asalariado del sector privado pierde su empleo, un comercio de barrio cierra sus puertas, cierra una pequeña fábrica, una empresa extranjera anuncia que se va del país; las principales empresas paralizan sus planes de inversión.
Crece el gasto público, la asistencia financiera del estado llega casi al 70 por ciento de la población, se emite dinero sin medida, la brecha dólar peso se profundiza; se pierden Reservas del Banco Central, disminuyen las posibilidades de acceso a créditos para recomponer la economía.
Esta enumeración de datos negativos, son daños colaterales verificables de la economía argentina.
En contra partida, el ciudadano inmerso en esta realidad espantosa, debe lidiar son lo suyo. Su cotidianeidad; ese día a día que abruma.
Y de pequeñas nuevas realidades como la soledad, el miedo, la desconfianza en el otro en un marco de interrupción de la vida social habitual; se comienza a constituir una nueva realidad en done la convivencia cotidiana pesa; donde se pierden referencias de espacios y tiempos. De pequeños temores, a fobias, del cansancio inicial al hastío donde lo única pregunta importante no tiene respuesta: cuando terminará esta situación.
Como en la economía, parte de la población logró trascurrir de mejor manera que otra la Pandemia. Claramente los sectores mayoritarios y más vulnerables aún están en proceso de asimilación del impacto. Esto queda claro en el último informe de Unicef Argentina (ver: “La fragilidad en tiempos de Pandemia” / Mitin).
Fueron casi 10 meses completos de una situación de crisis. Pero había (hay) alguien a cargo; alguien (alguien no es una entelequia) que tomó y aún toma decisiones. La incógnita es saber si tomó en cuenta los posibles daños colaterales de las sus determinaciones. Si sus cálculos fueron erróneos, o el error fue calculado; si el escenario del “día después” pudo haber sido evitado o si por el contrario teníamos este destino desde el inicio de la Pandemia. Tal vez el “Confinamiento de la Argentina” fue un plan, una estrategia en si misma. Tal vez, el año que sucederá al presente nos dé una respuesta.
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