El valor de la amabilidad
Vivimos en un mundo caótico donde todo requiere velocidad. A veces parece que necesitaríamos cuatro brazos para poder hacer todo lo que nos propusimos. El caso es que solo tenemos dos brazos y una mente y ambos necesitamos descansar.
Nuestra mente suele estar sobrecargada y eso nos lleva a sentir que tenemos que escalar una montaña de responsabilidades tan alta como el Everest y con solo ver la ruta que tenemos que hacer nos sentimos exhaustos.
Y cuando el agotamiento nos impide trabajar al ritmo acelerado al que estamos acostumbrados, comenzamos a tratarnos mal, hablamos con desprecio y hasta podemos insultarnos, desapareciendo cualquier rastro de amor por nosotros mismos que podamos haber tenido.
El budismo y la práctica de la atención plena nos dicen que debemos ser amables con nosotros mismos. Y a veces siento que no entendemos lo que implica la bondad, sobre todo cuando debemos dirigirla hacia nosotros mismos.
De hecho, la práctica de la atención plena nos anima a vivir en el presente dejando de lado el juicio y siendo amables con nuestras emociones, pensamientos y con nosotros mismos. Porque la base de la bondad es el amor.
Reflexionando sobre este tema, me he dado cuenta de que la bondad contiene muchas cosas que, si podemos desarrollarlas por separado, fortalecerá la fuerza de la bondad que sentimos por nosotros mismos y por los demás.
Humildad
Esta actitud vital nos recuerda que debemos vivir desde nuestra esencia y nos ayuda a recordar que no somos mejores ni peores que otras personas, simplemente somos únicos. La humildad nos ayuda a entender que estamos en esta vida para aprender, por eso cuando vivimos desde la humildad, las adversidades dejan de ser tan malas y comenzamos a ver los tesoros que guardan en su interior en forma de lecciones.
Tienes mucho que ofrecer al mundo, no te escondas porque cuanto más ayudas y ofreces a los demás, más aprendes y más humilde te vuelves. Sea genuino, no tenga miedo de mostrarse como es.
Todos somos uno
La humildad nos ayuda a verificar que todos estamos conectados y que cada persona es única. Esto fortalece nuestra bondad para ayudar a los demás, para compartir lo que estamos aprendiendo. La humanidad evoluciona colectivamente, por eso es tan importante que compartas tu forma única de ver el mundo. Vivimos en un mundo donde todos estamos conectados, co-creando nuestra realidad.
Cuanto más comparta con los demás lo que sabe y lo que la vida le ha enseñado, más crecerá su amabilidad y cuanto más amable sea con los demás, mejor se tratará a sí mismo, llegando a amarse a sí mismo como siempre debe amarse a sí mismo, incondicionalmente.
Empatía
Esta emoción, junto con la compasión, nos permite conectarnos mejor con nosotros mismos y con los demás. La empatía nos permite saber qué siente la otra persona y cuando somos empáticos con nosotros mismos, aprendemos a escuchar nuestras emociones y a aceptarlas como parte de la vida.
La empatía crea un mundo más amable y seguro para los demás, un mundo donde no se rechaza la incomodidad, pero se acepta y se abraza su presencia. Y esta es la base de la bondad… Aceptar nuestras emociones, pensamientos, amarnos a nosotros mismos y aceptar a los demás como son.
Compasión
Cuando nos conectamos profundamente con los demás y con nosotros mismos, comenzamos a sentir compasión por todo y por todos. Y eso nos hace sentir una profunda bondad.
La compasión es un deseo profundo de que todos los seres estén libres del sufrimiento (incluyéndonos a nosotros mismos). Para el budismo la compasión es mucho más que una emoción, para ellos es una energía que conecta a todo ser y criatura que vive en el universo. Como verás, cuando hablo de bondad, hablo de la conexión profunda que tenemos con todos los seres, hablo de amor y bondad.
De hecho, en la tradición budista, la compasión se refiere a la bondad amorosa, que no es más que el deseo de que todos los seres sean felices.
Gratitud
Finalmente, uno de los elementos esenciales para vivir con bondad es la gratitud. Porque la gratitud es la llave que abre la puerta a la alegría y la felicidad. Una forma sencilla de fortalecer nuestra gratitud es dar gracias por todo lo que disfrutamos… grande o pequeño.
En tiempos de Covid-19, la gratitud se ha vuelto muy necesaria para vivir en equilibrio. Te recomiendo que empieces agradeciendo las cosas más sencillas como respirar, unir tus latidos, poder caminar, tener tiempo libre para ti, tener luz en tu casa, poder dormir en un lugar seguro o poder contar con personas que te quieren y te ayudan.
Mantenlo simple, ahí es donde se esconde la magia de la vida.
Y así, poco a poco, irás construyendo los pilares esenciales sobre los que se construirá una vida plena donde la bondad sea la protagonista. Y lo mejor de todo es que puede empezar a construirlo hoy mismo.
Al escribir estas palabras, me doy cuenta de que la bondad es una suma de emociones que nos ayudan a conectarnos mejor con otras personas, pero también con nosotros mismos, por eso creo que debemos reivindicar el poder y la importancia de la bondad.
Cultivar tu bondad es simple… Ámate a ti mismo, acéptate y muéstrate al mundo como eres.
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