Procrastinar: es hora de poner “play”
Comienza el segundo mes del año; han pasado 31 días de aquel esperado final de 2020 que se recordará como el más angustiante de la historia reciente.
El año que pasó, se valió insultos y maldiciones: y en el contexto de una pandemia de Covid-19 –ese virus que “descubrimos” por las noticias que llegaban de China– los gobiernos del mundo buscaron disminuir el impacto destructivo que se vaticinaba.
Más allá de los resultados, la mayoría optó por el encierro y las restricciones. “Quedate en casa” fue la letanía preferida sustentada por campañas que buscaban prevenir, pero como en muchos casos tuvieron efectos “secundarios”.
Así como en otras partes del mundo, en nuestro país las cuarentenas se prolongaron casi indefinidamente poniendo todo en un plano de pausa, de espera impotente. Esperar el futuro, parecía ser la premisa.
Ahí encerrados en nuestras casas, asumimos nuevos hábitos de conducta y la inercia nos fue llevando a “postergar” a la espera de mañana; a la espera de superar esa realidad que nos había tomado por sorpresa.
Modo en espera
Procrastinación, es una palabra perturbadora.
Muchos autores sostienen que la procastinación tiene su origen en el “miedo a lo que viene”; pero un miedo no asumido.
Tal vez nos encontramos demorando situaciones que deben resolverse o al menos abordarse; pero las sustituimos por otras irrelevantes o llevaderas que nos dan la apariencia de continuidad. Estamos en “modo espera”.
“Esperar a mañana”, pero no con esperanza, sino con la ilusión que el presente nos mantenga alejado de lo que podría venir.
Pero poner las cosas en “standby” (modo “en espera”) no es una buena decisión.
Claramente “espera” no es “en pausa”. La “pausa” alude a una interrupción, “espera” es la “aparente continuidad”.
Pero en estas circunstancias es necesario salir adelante, presionar el “botón de Play”.
En términos personales, la postergación siempre es una estrategia válida, pero solo cuando se tiene la convicción de que será una pequeña ventaja que obtendremos para llegar a un objetivo.
Cuando esta postergación es crónica, el efecto es devastador. El tiempo es implacable.
Cuando la postergación sistemática afecta nuestro desempeño personal, la espiral descendente puede transformarse en irremontable. Pero no es imposible revertir esta situación; apretar el botón de “Play” y avanzar.
Revertir el efecto “bola de nieve”
Cambiar de rutina, modificar hábitos que hemos adoptado durante el encierro y hemos justificado; incluso buscar otros ámbitos de relación son algunas de las pequeñas cosas que podemos hacer “por y para nosotros”.
Aquí van algunos consejos que permitirán salir de esta “rutina” que nos mantiene en un aparente movimiento, que no nos permite avanzar.
Los especialistas sostienen que “cuando sentimos ansiedad nos cuesta controlar los pensamientos y mantenernos presentes: No conectamos con lo que estamos haciendo y por eso buscamos otras cosas más simples que sirven de escapes.
SI hacemos que esto constituya el eje de lo cotidiano; esta situación casi “anestésica” se convierte en un hábito, que llevado a todos los ámbitos crecerá como una “bola de nieve” que cuesta abajo arrasará con todo.
Entonces nuestro primer consejo es “cambiar”. Simplemente buscar en nuestro interior nuevas cosas que nos motiven.
“Hacer otra cosa”; “hacer algo nuevo”, dejar de hacer lo que hacemos y que nos alivia. En definitiva: salir de nuestra zona de confort.
No es fácil e instantáneo, pero requiere de algo que puedas reconocer como “nuevo” o retomar algo que había abandonado y te generaba energía vital.
Observarnos en nuestro día a día, ayudará para identificar que nos hace poner excusas. No dudes en anotar que es lo que repites a diario, mecánicamente, pero de forma improductiva. Meditar ayuda.
Definir las ideas que te movilizan y de allí encarar “una idea” que te acerque a ellas es importante; es organización.
Muchas veces llevamos adelante una diversidad de actividades que en sí mismas no tienen un objetivo, sino que nos brindan una sensación de compromiso con nuestra vida; pero podría ser solo otra ilusión. Concentrarse en una actividad que nos involucre “conscientemente” nos permite llegar a metas más visibles y concretas, saliendo de la inercia. De este modo, la organización nos devuelve el control: una tarea, un plazo, un objetivo.
Finalmente, la disciplina; es decir cada una de esa fuerza enfocada a diario para llegar a la meta.
Para revertir este efecto “bola de nieve” es importante ser “generoso” con un mismo; al recordarnos a diario que tenemos la capacidad para emprender, de volver a poner “Play”.
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