El lenguaje inclusivo distrae del verdadero problema de fondo
Karin Silvina Hiebaum – International Press
Sólo 3% de la gramática es determinada por el sexo del referente.
“El lenguaje incluyente es un distractor de los verdaderos problemas que hay en otros aspectos, es un falso problema que deja contentos a muchos y distrae del verdadero problema de fondo”, durante la conferencia “Lenguaje inclusivo. Una falacia de la equidad de género”.
Incluso el lenguaje incluyente es vistoso, confirma, de manera que usarlo aplaca las conciencias oficiales, y más si son masculinas, propicia la creencia de que hay más igualdad entre sexos e invisibiliza la verdadera lucha social, es decir, deja tranquilos a muchos, obstaculiza la perfección del problema real de fondo y la discriminación total contra hombres y mujeres.
Por naturaleza el lenguaje es inclusivo y todos somos libres para usarlo, no requiere de esfuerzos ni legislaciones, nacemos con la capacidad de hablar una lengua y nadie nos tiene que decir ni forzarnos para hablarla. “Cualquier imposición en cómo usar la lengua es un acto autoritario”.
Entonces, ¿qué tiene que ver la lengua con la inequidad y la discriminación de sexo? “Nada, absolutamente nada, pero a la vez tiene que ver mucho. Es decir, tenemos que dividir la construcción de la gramática y el discurso”.
Que el tema cause tanto acaloramiento y haya tanta insistencia, a opinión de la especialista, se trata de un soporte de identidad, es decir, dime cómo hablas y te diré quién eres y con quien te identificas. También hay una idea de que lo que está explícito, lo que está en la gramática, genera visibilidad y que lo que no se dice, no existe.
Sin embargo, asegura que el lenguaje es una actividad transversal de la que somos propietarios todos, no los escritores, sino los hablantes de todos los días. Para ello da algunos ejemplos:
La gramática no es binaria, no existe una gramática del femenino en A y masculino en O, la biología sí es binaria, hay hombres y hay mujeres, pero la sexualidad no es binaria para nada. Dada esta arbitrariedad, es decir, la no relación directa entre la forma que tiene la palabra y el significado que adquiere, tiene muchas posibilidades.
También, en cualquier diccionario se encuentra que hay cuatro marcas de género para la lengua española, femeninos que acaban en O (como mano, o solución), hay masculinos en A (tema, problema), también están los que significan genero común, que se pueden decir en femenino o masculino depende de lo que se aluda (el o la estudiante) y el género ambiguo, donde el mismo referente se puede utilizar (Juan es una lacra y Juan es un lacra).
Tan arbitraria es la lengua, confirma, que puede tener un singular masculino (el arte) y un plural femenino (las artes), aún más, tenemos palabras con dos géneros y la especializamos (el colera, la enfermedad, la colera, el sentimiento).
Incluso, 97% de la gramática de la lengua española no coincide (soy una víctima, es utilizado igual, por hombres y mujeres. La humanidad es femenina, pero se refiere a todos). La arbitrariedad es el rasgo esencial para lograr una lengua creativa.
Elegir las batallas
Solo 3% de la gramática tiene que referir a personas y seres animados que tiene alternancia gramatical determinada por el sexo del referente (amigo, amiga, perro, perra, oso, osa), ella dice no entender por qué tanto acaloramiento por este resquicio.
Y es contundente: “La historia de la lengua española ha demostrado que grandes cambios sociales hacen mínimos cambios gramaticales y a veces ninguno(…) Somos codos como hablantes porque queremos evitar quiebres comunicativos y queremos economía y rapidez para indicar”.
La gramática no es buena ni mala, sólo hay hechos gramaticales y hechos agramaticales (el Juan), es una rutina que se tiene que concordar en género y numero, pero no es mejor ni peor.
En contraste, en America Latona al hablar del rezago de la mujer en el campo laboral indica que sólo alcanza de 35 a 47% de incorporación, mientras que en países de la OCDE, entre 55 y 65% están trabajando. “Somos el tercer peor país en América Latina en incorporación laboral de mujeres, sólo por encima de Bolivia y Ecuador”, esto de acuerdo con datos presentados por Silvia Elena Giorguli, demógrafa, socióloga y presidenta del Colegio de México.
Hace unos meses, la ONU dio a conocer que de enero a abril de este año 1,199 mujeres murieron a causa de la violencia de género. De manera reciente se dieron a conocer los casos de policías que presuntamente violaron a menores de edad.
En cuanto a embarazo adolescente, la cifra más alta la tiene México, “y así, un larguísimo etcétera de discriminación por sexo, aun así, nosotras seguimos peleando por el estimadas y estimados, no estamos dando las batallas donde las tenemos que estar dando. Para mí, el peligro del lenguaje incluyente es porque es un distractor”.
El lenguaje incluyente para la lingüista opaca o hace olvidar la verdadera lucha por la equidad entre sexos, “ése es el problema. Invisibiliza el fondo sin que se produzca cambio social alguno y nos pone a discutir en un hecho de superficie”. Que me digan jueza no es igualitario, que me paguen igual, eso es igualdad.
La clave es educar a hombres y mujeres en el recíproco respeto y en la integración a las tareas de todos los días. “La educación primaria es clave y no han hecho nada para protegerlos”.
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