El Hijo
INFORME ESPECIAL COVID-19 – Giacobbe & Asociados – Octubre 2020
Por Lic. Luis Alberto Mamone – Director de Giacobbe & Asociados – Psicólogo
La experiencia de tener padres que ejercieron la presidencia de la nación en los últimos largos años y que ocupan aún hoy el epicentro de la política argentina partiéndola en dos, implica la opción de vivir en la sombra más espesa o ser encandilado por un reflector lumínico intenso y perpetuo.
Podemos suponer que el trayecto vital de crecimiento de estos individuos comprende conflictos y confusiones inquietantes. Todo es exagerado y extremo, las ausencias y las presencias, y también sus impactos. Desarrollarse donde todo está garantizado y al mismo tiempo nada está garantizado no debe ser gratuito.
Conjeturamos, por lo tanto, que esta sobrecarga trae consecuencias emocionales importantes.
El sentido de identidad y de sí mismo se convierte en una tarea de enorme dificultad. La imagen pública de sus progenitores tiene tanto peso que cualquier expresión personal es restringida por la omnipresencia de una figura familiar mucho mayor. No queda espacio para el ejercicio libertario de ser quien se es, y de ese modo afirmar la propia identidad.
significativamente también da pelea pareja al apellido: Máximo.
Innegablemente no era, ni es poco lo que se espera de él.
Hemos pedido a nuestros encuestados definir con una palabra a Máximo Kirchner. Y la tarea fue ardua y enormemente difícil. Por varias cuestiones. Pero esencialmente porque nadie sabe, a ciencia cierta, quién es Máximo Kirchner.
El hijo de Néstor y Cristina debió resignar poco a poco su singularidad para convertirse en un emblema. Áspera misión la de ser representante simbólico de un movimiento tan provocativo y polémico. Arbitrario destino que lo coloca como insignia futura de un grupo que hace del antagonismo su modo de vida.
Emerger simplemente en el intersticio de una fractura social como la que presenta nuestro país históricamente implica ser idealizado o demonizado por la sociedad sin necesidad de haber movido levemente un pie. Son los linajes quienes ponen y quitan pedestales. En estos casos convertirse en ídolo o demonio depende de qué lado cae la moneda arrojada al firmamento.
La nube de palabras construida a partir de las definiciones resulta por demás elocuente. El fanatismo, las exaltaciones, las pleitesías, las rabias, los arrebatos y demás pasiones están a la orden del día. Se manifiesta claramente el emblema por sobre la persona.
«Ladrón», «Corrupto», «Vago», «Parásito», «Inútil», «Asco», etc. En tanto en la vereda opuesta los vocablos elegidos en un número inferior a los anteriores fueron «Futuro», «Líder», «Excelente», «Hijo», «Bueno», etc.
El aura de los padres está siempre presente de forma abarcadora como se podrá ver. Pero también podríamos indagar la presencia de mitos y creencias que se terminaron consolidando como datos veraces y fehacientes.
La imagen de un joven Máximo jugando a la Playstation durante todo el día y coqueteando con las adicciones está presente en uno de los relatos de la grieta. Mientras que también desde el extremo opuesto se puede apreciar la certeza ilusoria que Máximo es Néstor. El hijo que permitiría recuperar un modo, un cuerpo, un pensamiento, un guía y una afirmación. La muerte del líder no ha sido efectiva.
Hoy Máximo es el jefe del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados, es quién dirige «La Cámpora», tal vez la organización política más
numerosa del país y es quien asesora al presidente nacional dos veces por semana en la quinta de Olivos.
Amante del perfil bajo, construye alianzas y entramados institucionales incluso con sectores ajenos al afecto de su grupo partidario. Digamos que por primera vez tiene en su vida poder propio y autonomía de vuelo.
Su enorme desafío es ser por cuenta propia. Entender que la adulación y la popularidad intentarán llenar algunos vacíos. Saber de buena tinta cuáles son sus herramientas de mayor eficacia y aceptación. Y finalmente consolidar la conciencia que la fama de sus padres no es la suya.
Evidentemente la voraz gestión pandémica le reclamará nuevas posiciones y nuevos espacios de intervención. Tendrá por lo tanto que acreditar sus condiciones e imponer su marca. Y en ese momento se verá si da o no la talla. Tendrá, en el mejor de los casos, dejar de ser el «hijo». Tarea nada sencilla.
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