El derecho a tener derechos: La democracia tiene sus bemoles
La práctica de las acciones democráticas, ha hecho en los últimos tiempos, que pusiéramos en duda la legitimidad de los derechos, esos que son democráticos, humanos, inalienables y que pareciera que además de ser individuales hoy son míos y además de cualquiera que supone que también le pertenecen.
No hay que profundizar mucho para darse cuenta que cuando los carriles normales de la convivencia son superados y desmadrados, las reglas del juego de la comunidad se pierden y esto es mayormente grave cuando, además, la justicia muestra debilidades tales que afirma no poder poner en carriles los desbordes.
Así es que cada uno supone por determinación propia cuales son sus derechos adquiridos y sin que nadie pueda rebatir, los asume sin guardar orden ninguno. Fulano entiende que le corresponde algo, y sea como sea ese algo es parte de su patrimonio natural por el solo hecho de que -a fulano le dio por entender que debe ser así-.
Muestra más cabal de lo marcado son los casos de ocupación ilegal de bienes materiales como pueden ser casas, terrenos u otros bienes, dejando fuera de carrera a los propietarios o futuro poseedores sin más que más.
Nadie tiene mejores argumentos que un usurpador, “esto es mío porque me corresponde y así lo hago”.
Esta es quizá la primera parte del caso, lo a continuación es ver como nada que tenga que ver con la justicia puede accionar o simplemente pudiendo no lo hace, contra el hecho y los verdaderos derechos, aquellos de quien es o debía ser propietario del bien usurpados los que pasan a segundo o en realidad a ultimo plano porque pareciera que la libertad es eso, hacer lo que a uno le importa sin saber si le corresponde.
Las muestras son miles, recorren todo el país, y cada vez son más frecuentes y hasta dan la sensación de que cada vez más legales y así esta forma de justicia por mano propia es moneda corriente en la metodología de cómo acceder a algo que no es de uno pero que pasa a serlo sin más que aquello de “me corresponde porque lo necesito” sin importar los derecho de los legítimos y con el amparo en la mayoría de los casos de la inacción judicial y el guiño de algunos que con poder real o simplemente chapa de convincentes, aconsejan tal o cual acción.
Y acá si que esta el capítulo más fuerte: uno puede concebir necesidades agudas que llevan a acciones fuertes como la usurpación y hasta casi un dejo de humanidad en quien no actúa frente a un hecho de esta naturaleza, pero en la mayoría de los casos, siempre hay alguna declaración escondida a medias o simplemente parafraseando y disimulada que “fulano me o nos dijo que lo hagamos” y acá también la instigación como delito no es tenida en cuenta por la justicia, la que en ninguno de los casos pide rendiciones al denunciado o mencionado mentor ideológico de los hechos.
Los derechos están, deben ser respetados y puestos en realidad por los ciudadanos en democracia. La trasgresión del orden no puede tener excusas basadas en las necesidades de algunos frente a las soluciones a esas misma necesidades de otros.
Así la libertad pasa a ser simplemente una mala interpretación oficializada por los hechos y donde la justicia debe actuar en defensa y resguardo de los verdaderos derechos ciudadanos, que son aquellos adquiridos dentro de la misma ley.
De no ser así, estamos frente a un delito y eso si que de ninguna manera puede quedar fuera de la órbita de la ley.
«Donde hay una necesidad, nace un derecho», es una de las consignas peronistas mas nefasta e impracticable.
La frase Donde Hay Una Necesidad hay un Derecho la podrían decir un cocainómano! Jajaja