La Argentina del pan duro
El granero del mundo; así decía llamarse Argentina, o al menos así la dirigencia de este país definía las riquezas existentes, con las cuales no solo saldríamos adelante, sino que además “alimentaríamos” a planeta.
Un dato concreto y real de la economía argentina es que en enero el país volvió a registrar “la segunda inflación más alta de América latina después de Venezuela”.
A la vista de los hechos y a la sucesión de gobierno ineficientes de mediados del siglo pasado a este momento, la frase “el granero del mundo” no parece otra cosa que una caricatura del ser nacional, siempre propenso a la fanfarronería.
Lo que queda en claro es que lo que queda de aquella argentina que se jactaba de estar entre las economías más prósperas del mundo ha desaparecido, y ni siquiera está en condiciones de “alimentar” – de generar las condiciones propicias para que esto ocurra- a sus habitantes.
La noticia de la semana que pasó es que, en cada ciudad del país, vecinos solidarios, específicamente comerciantes panaderos, han decidido salir a “hacer algo concreto” aunque mas no sea repartir sobras: pan de ayer gratis.
Una panadería en el barrio porteño de Constitución, otra en la capital de Buenos Aires, decenas de comercios en el Conurbano bonaerense y en cada capital de provincia, la novedad se “viraliza” en las redes. Colas interminables de personas que esperan el cierre de la “atención al público” para recibir su pedazo de “pan duro”. Lo hacen con vergüenza, pero tanto en la mano tendida de los panaderos como en el rostro de quienes reciben, tal vez su único alimento diario; hay dignidad y agradecimiento.
“Medir la pobreza”; lo que hasta hace unos años era “furor” en Argentina, ya no lo es. Los centros de estudios vinculados a la Iglesia Católica, el mismo Gobierno, o incluso la oposición, que de acuerdo a sus necesidades esgrimían el “número de pobres” para bogar en contra o a favor, han dejado de hacerlo. Tal vez porque la realidad es tan catastrófica que asusta y tal vez los avergüence como dirigentes; no han podido, no han sabido resolver el problema. Ahora son ciudadanos “del llano”, vecinos comunes y corrientes quienes se abocan al problema, en soledad pero con convicción, para que un día más un argentino no tenga la espeluznante realidad el hambre.
Primeros… en inflación
Secuela de la pandemia de Covid-19, consecuencia de políticas económicas y sociales erráticas, e incluso disparatadas, la pobreza y el hambre golpearon a la mayoría de los argentinos.
Sobrevivir, es la única premisa de millones de argentinos. Con una suba que rondó entre el 3,6 y el 3,8 por ciento el mes pasado, el índice de precios al consumidor (IPC) superará a la inflación sumada de todos los países de la región.
Para comparar, se podría mencionar a Uruguay que en enero se ubicó a la cabeza – de los países con menos inflación de la región – con el 1,6% y 8,8% en los últimos 12 meses. Le sigue Perú que marcó un alza del 0,7% el mes pasado; en tanto que Brasil, proyectó una suba del 0,24% para enero, lo que llevaría al 4,5% el índice de los últimos 12 meses.
Según las consultoras privadas, en Argentina la inflación alcanzó el 3,8% en enero pasado, y en los últimos 12 meses se ubicó en el 35,2%. Los mismos estudios consideran que la inflación llegará casi a un 50 % en el país, una de las más altas de todo el mundo.
Las únicas cartas que jugó el gobierno de Cristina y Alberto Fernández fueron el “encierro” y el “asistencialismo”; el resultado más miseria. Las imágenes de personas visiblemente tristes y agobiadas, en largas colas a la espera de un pedazo de pan, lo demuestra.
Cuando en el principio de la Pandemia el gobierno se jactaba de haber sacado al Ejercito a los barrios para repartir millones de viandas al día, como respuesta a una necesidad; era evidente que no se comprendía el contexto y la magnitud de la crisis que se avecinaba. De este modo, se derrumba en Argentina la ilusión de ser el “Granero del Mundo” enrostrar a los responsables del desastre que la palabra que más repiten aquellos que los votaron es “Hambre”.
0 Comentarios