¿Puede enfermarnos lo que pensamos?
Hemos separado nuestra vida mental de nuestro cuerpo. Hemos llegado a pensar que ambos son entidades separadas y que cada uno actúa de manera independiente. La realidad es bastante diferente.
Porque el cuerpo y la mente son uno. Y cuando hablo de la mente, me refiero a lo que pensamos, las emociones que sentimos y el diálogo que tenemos con nosotros mismos.
Todas estas cosas que suceden en nuestra mente nacen como impulsos eléctricos en nuestro cerebro y se traducen en mensajes químicos que recorren nuestro cuerpo y que modifican la forma en que funcionan los diferentes órganos.
La conexión entre la mente y el cuerpo
Los humanos tenemos un gran poder mental que nos aporta cosas positivas, pero que también puede traer efectos menos deseados. Creo que todos en alguna ocasión hemos pensado que íbamos a tener dolor de cabeza y finalmente acabábamos con dolor de cabeza.
Esto es el gran ejemplo de cómo podemos provocarnos problemas físicos solamente a través de lo que pensamos.
Estados anímicos de ansiedad, tristeza, depresión o estrés, tienen la capacidad de alterar la manera en que late nuestro corazón o el modo en que respiramos, lo que envía mensajes a todo el cuerpo que le indican que algo está ocurriendo y que debe mantenerse alerta.
Al igual que nuestros pensamientos pueden promover la aparición de enfermedades, también pueden promover nuestra salud. Cuando tenemos pensamientos negativos o catastróficos, llenos de desesperanza y oscuridad, sentimos el cuerpo de una manera diferente a cuando tenemos pensamientos positivos, optimistas y llenos de esperanza.
El estrés
El mejor ejemplo de la conexión mente-cuerpo se encuentra en la respuesta al estrés. El estrés es una respuesta física donde todo nuestro cuerpo se activa para luchar contra una determinada amenaza.
Pero la interpretación de lo que es una amenaza para nosotros viene de nuestra mente. De esta forma, para algunas personas un ascenso laboral puede ser una gran amenaza, mientras que para otros el ascenso es algo deseado y no reaccionan con estrés.
La clave es cómo interpretamos lo que nos trae la vida y también la evaluación que hacemos de nuestras capacidades para enfrentar esa amenaza. Una vez que se ha desarrollado la respuesta al estrés, nuestro cuerpo comienza a funcionar de una manera diferente…
El sistema inmunológico se acelera y funciona de manera óptima durante un par de semanas, hasta que se agota y no puede hacer frente a tal activación.
Nuestro corazón late más rápido para poder huir de lo que nos amenaza, pero al cabo de unas semanas, el corazón empieza a funcionar de forma forzada.
La respiración cambia cuando estamos estresados, respirando más rápido y menos profundo de lo habitual. Y si pasamos meses estresados, esta forma de respirar se convierte en la forma habitual de respirar, alterando los latidos de nuestro corazón y otras funciones esenciales.
Lo mismo sucede con nuestro páncreas, que reduce la producción de insulina para subir la glucosa en sangre, pero si pasamos meses o años con ese nivel de estrés, podemos tener problemas de diabetes.
Como puedes ver, algo que viene de nuestra mente (la interpretación de una amenaza) altera el funcionamiento de todo nuestro cuerpo. Es por eso que la salud mental no solo ocurre en la mente, la salud mental también es salud física.
Recuerda que todo lo que piensas y sientes se traduce en hormonas que se distribuyen por todo tu cuerpo. Por eso, los pensamientos y las emociones tienen mucho que decir sobre nuestra salud física.
Cuida tus pensamientos, regula tus emociones, date tiempo para relajarte y verás como cambia toda tu vida.
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