Parresia – Coraje y Verdad en Argentina
Coraje y verdad en Argentina
Una cuestión de fe
Leonardo Luna Montenegro
El camino, o más bien huella en parajes agrestes, del presente tema de análisis, tiene una secuencia de hechos ciertos y comprobables, pero sus efectos, considerados y aplicados al estado actual de nuestra sociedad post encierro/pandemia, vislumbra parajes desconocidos, nunca antes transitados, y es precisamente allí donde surgen interrogantes que nos acercan peligrosamente a lo nebuloso, a lo inasible, a lo tenebroso, a un precipicio de sospechosos fondos.
Siguiendo una línea temporal aproximada, podríamos recorrer nuestro camino a partir de 1981 / 1982 con Michel Foucault publicando “La hermenéutica del sujeto”, donde analiza prácticas de dirección de conciencia y del cuidado de sí; continuamos en 1983 con Foucault en EEUU, más precisamente en la Universidad de Berkeley, California, donde ofrece un seminario de varias clases titulado “Discurso y Verdad”.
Siguiendo con nuestra línea temporal, Judith Butler, filosofa post estructuralista (1956, Ohio, EEUU), publica “Sin miedo – Formas de resistencia a la violencia de hoy” donde relaciona el objeto de análisis del seminario con ciertas formas de resistencia contemporánea.
En 2003, en Argentina, Tomas Abraham (1946, Timisoara, Rumania) publica “El ultimo Foucault”, incluyendo una traducción inédita del curso completo (Felisa Santos).
Recordemos, superficialmente, que para las décadas del 70 y 80, Foucault planteaba la disección filosófica, sociológica, arqueológica, de las relaciones entre PODER y VERDAD, o, dicho de otro modo, sujeto, verdad y Gobierno.
La microfísica del poder y los mecanismos del saber-poder eran lecturas casi clandestinas y peligrosas en nuestro país, donde la violencia, en sus diferentes formas, reinaba por doquier; cabe citar a modo de ejemplo, que Vigilar y Castigar fue publicado en 1975 y el Golpe de Estado en Argentina fue en 1976.
Y fue entonces en 1984 que Tomas Abraham, en los inicios de una época post-militar, ya con una incipiente democracia, comenzó su tarea de difundir el pensamiento de Foucault en aulas universitarias de la revoltosa Buenos Aires de la época.
Como no podía ser de otra manera, el Consejo Superior de la Facultad de Psicología de UBA solicito la expulsión académica de Tomas Abraham, pero sus alumnos, movilizados, lo impidieron.
Un hecho quizás primigenio y esperanzador de la aparición académica en Argentina del universo intelectual del calvo francés respecto de estos temas.
Llegado a este punto del camino emprendido resta saber qué es ese objeto de análisis que tanto llamaba la atención de un cerebro alerta como el de Foucault, qué otras sorpresas traerían sus exposiciones, seminarios, libros, discursos, que adornaban el paisaje con recuerdos frescos todavía del mayo francés del ’68, con imágenes de profesores universitarios de pie, con estudiantes de puño en alto, con micrófonos, megáfonos, gases lacrimógenos, gritos de libertad, de resistencia, de “l’imagination au pouvoir” (la imaginación al poder), de “sous le paves, la plage” (bajo los adoquines, la playa).
Salgan al sol, revienten,
salgan al sol, idiotas.
Billy Bond
El origen y uso del término “parrhesia” proviene de la Antigua Grecia, la magnífica Grecia, la Grecia de las ideas, del pensamiento, de las polis, los dioses, los filósofos, el exilio, el Partenón. La imagen de hombres de pie, vestidos con túnicas y sandalias, debatiendo ideas, proponiendo teorías, en escuelas o academias, es la imagen que recordamos vagamente cuando nos citan a la Antigua Grecia, y a su vez, evocamos nombres como Sócrates, maestro de Platón, quien, a su vez, fuera maestro de Aristóteles; una línea de 3 para ganar el campeonato se diría en los bares porteños.
Entre tanto cerebro griego funcionando a toda máquina, un tal Eurípides, aprox. 480 años antes del nacimiento de un tal Jesús de Nazaret, cita el término “parresia” por primera vez. “Parresia” significa hablar franco, sin reservas, libre, un decir veraz, un discurso valiente, decirlo todo. En ingles se tradujo el término como fearless speach, franc parler en francés, y freimutigkeif en alemán.
“Parrhesiazomai’ es usar la parresia; “parrhesiastes” es quien dice la verdad.
Significa que el sujeto que habla, que emite el discurso, tiene un compromiso con la verdad de lo que dice, pero este compromiso es radical, porque suele ponerlo en peligro, tanto así, que pone en riesgo no solo su libertad – libertad de expresión o libertad física – sino que arriesga hasta su propia vida.
Esta práctica discursiva tendría, a grandes rasgos, las siguientes características:
. La intención del sujeto que habla – parresiastes o parresiasta – de decir la verdad.
. Compromiso del sujeto con la verdad, franqueza.
. No es inofensiva, supone un riesgo para el sujeto, y cuyas consecuencias pueden ir desde el descredito, la marginación, el estigma, hasta la persecución, el ostracismo, el castigo, el exilio, llegando incluso hasta la propia muerte.
. Relación de inferioridad respecto de aquel a quien su verdad afecta, por tanto, el sujeto se expone, se vuelve vulnerable.
. El compromiso con la verdad exige coraje, fortaleza de ánimo.
. Quien escucha entra en cólera, por tanto implica valentía.
Gorgias (427 AC) considerado el mejor retorico de la época expresaba: “La palabra es un poderoso soberano, con un cuerpo pequeñísimo e invisible, lleva a cabo empresas divinas. Puede acabar con el miedo, desterrar la aflicción, producir alegría, e intensificar la compasión”.
Criton, debemos un gallo a Esculapio,
no te olvides de pagar esa deuda.
Sócrates,
antes de morir.
Abundan ejemplos históricos de esta práctica discursiva y sus consecuencias: ya en aquella Antigua Grecia tuvo lugar el juicio a Sócrates (Atenas 399 AC); la Santa Inquisición inicio proceso contra Galileo Galilei en Roma, 1610, emitiendo sentencia en 1633; Nelson Mandela fue condenado en el proceso de Rivonia, en Sudáfrica, 1963; Edward Snowden y Julian Assange quizás tendrían lugar entre los perseguidos por incomodar al poder de alguna forma.
Si observamos estos ejemplos podemos apreciar prima facie que se trata de un sujeto, un indviduo, solo, aislado, enfrentándose a un organismo vivo de varias cabezas, un Tribunal conformado por varios sujetos, dotados de todo tipo de autoridad competente, en representación de una organización social imponente y poderosa, tal como fuera la antigua polis griega ateniense, o la temida Santa Inquisición, aquel tribunal creado por la Iglesia Católica, apostólica y romana para perseguir y castigar a los acusados de herejía.
Volviendo a nuestro camino inicial, y un paso más adelante ya, con un Foucault medianamente digerido respecto de la dirección de este análisis, Judith Butler incorpora otra pregunta: la parresia ¿es necesariamente un acto individual? ¿puede representarse en múltiples voces o movimientos sociales? ¿en una expresión colectiva?.
Sabido es que en muchos lugares y en determinadas épocas, hablar es peligroso.
Donde radica este peligro? en la palabra dicha; pero no en cualquier palabra, sino en aquella que dice la Verdad, la incómoda, cruda, y riesgosa verdad, la que devela algo que estaba oculto, la que desenmascara a alguien a quien esa verdad incomoda, molesta, enoja. Por tanto, si un conjunto de individuos coinciden en esa verdad que incomoda a alguien, si ese discurso, reclamo o protesta, es emitido por una voz plural, por ejemplo un grupo de trabajadores o un grupo de migrantes clandestinos, bien pueden adoptarse conceptos del análisis individual foucaultiano.
Para Foucault, la parresia está asociada a la Ética y a la Política, entendiendo a la primera como el cuidado de sí, y a la Política, como el cuidado de otros, y, aunque cierta “Ética de la virtud” nos hace pensar en individuos, existe una valentía que surge de lazos de solidaridad que puede manifestarse, ya no solo mediante discurso, sino también como gesto, como movimiento, en fin, poniendo el cuerpo mismo en la contienda política.
Aquí podemos introducir palabras de un poeta, palabras de Angel Gonzalez:
“Hay que ser muy valiente para vivir con miedo
contra lo que se cree comúnmente
no es siempre el miedo asunto de cobardes
para vivir muerto de miedo
hace falta, en efecto, muchísimo valor”.
Las Leyes, en la Argentina de hoy,
se han transformado
en un listado de sugerencias.
Carlos Fayt
Ahora bien, volvamos a nuestro país, Argentina, en este confín del continente americano, a fines de 2019. Transcurre un gobierno acorde a nuestras realidades latinoamericanas, con sus aciertos y desaciertos, ritmo de siesta norteña, “nihil novum sub sole”, nada nuevo bajo el sol (Vulgata, traducción latina oficial de la Biblia). De pronto, suena el despertador, surge un hecho nuevo, inesperado, sorpresivo, fulminante. No se trata de un atentado a gran escala, un golpe de Estado en algún país o la confesión de un actor popular. Nos llegan noticias desde Wuhan, China, un tal SARS CoV 2 o COVID 19 hace su aparición estelar a nivel masivo. Aparecen en todos los medios de comunicación existentes, siglas, ciudades con nombres impronunciables, términos desconocidos para la gran mayoría de la población global, pandemia!! .
Palabras acordes a la nueva emergencia global comienzan a ocupar los medios de comunicación tradicionales, digitales, todo un planeta conectado al instante recibe un shock de información, datos, imágenes, discursos, virus, funcionarios compungidos de voz temblorosa, bacterias, contagios, médicos y enfermeros corriendo frenéticamente con uniformes herméticos, fuerzas de seguridad, policías, ejércitos, militares por doquier, ciudadanos azorados, cifras de contagios, de muertos. Surgen nuevas realidades, nuevos conceptos que la premura y lo vertiginoso nos impiden analizar o criticar en profundidad. Todos vamos a morir.
Entre esas nuevas realidades a escala global surge la obligatoriedad de utilizar un cubre – boca o barbijo. A primera impresión, y fuera de su uso terapéutico, preventivo o medico, observamos que ese objeto cumple también otra función: limita, cercena nuestra libertad de expresión, nos obligan (quien y porque?) a pedir permiso para hablar, nos quitan el dominio de la palabra, del verbo, de nuestro grito sagrado; prohibido opinar en contra, se silencian las voces disidentes con pequeños escuadrones de ataque conformados por médicos, epidemiólogos, biólogos y toda clase de expertos en salud, medicina, nutrición, probabilística, estadísticas, números, porcentajes, con infinita cantidad de periodistas, micrófonos y cámaras de TV, a disposición las 24 hs, todos bendecidos, quizás, por algún pago o beneficio ligado indefectiblemente a algún Presupuesto Público de Emergencia Ad Hoc siempre de dudosa fiscalización.
Y si con todo esto no alcanza, pues bien, tenemos archivos de imágenes de cementerios atestados, cremación de cuerpos en fosas comunes, noticias de brotes de contagio, hogares de ancianos – nuestros queridos abuelitos como suelen expresar cínicamente – en grave peligro: de pronto, queda prohibido tocar nietos, por gracia de Vuestra Majestad, y mediante dudosos Decretos de Emergencia (dudosos en cuanto a su legalidad o control constitucional), los nietos pasan a ser considerados peligrosos para “la salud de nuestros amados abuelitos”. El barbijo o cubre boca no es solo para protección de la salud propia o ajena, también cubre la boca, la aprisiona; el otro, el vecino, el peatón, el compañero de trabajo, el pasajero de avión, es un posible foco de contagio, alguien peligroso a quien hay que controlar, enseñarle cómo lavarse las manos, como lavar los alimentos, enseñarle cuantos centímetros caben dentro de 2 metros.Otro nuevo concepto de esta nueva realidad toma forma bajo el titulo general de “Aislamiento social – Distancia social”, que podría resumirse en la frase “No se acerque Ud. a nadie, porque todos son potencialmente peligrosos”. Se reglamentan medidas estandarizadas y obligatorias de distancias entre cuerpos, se demarcan líneas de avisos en los pisos, a manera de orden “mire hacia abajo, agache la cabeza, respete la orden emitida por El Poder Central Sr. Ciudadano, y recuerde, sepárese 2 metros de otros humanos. Es por su bien, lo estamos cuidando”.
Me cortaron las piernas.
Diego A. Maradona
De pronto resurge con fuerza “1984” de George Orwell, publicada en 1949; se activa el Big Brother como nunca antes lo ha visto la humanidad, salvo en películas de Hollywood y en literatura acorde.
La OMS – Organización Mundial de la Salud (WHO – World Health Organization) -organismo de la Naciones Unidas, se transforma en el nuevo gobierno global, sus comunicados e informes influyen en la toma de decisiones de los gobiernos. “Si existía alguna libertad, en términos generales, pues bien, por un tiempito se las quitaremos”, tal era el discurso casi unificado de gobernantes y funcionarios alrededor del globo, salvo pocas excepciones, emitido a toda hora y en todo lugar. Como una traslación de la actitud del gobernador romano Poncio Pilato ante la sentencia emitida contra un ciudadano de nombre Jesús de Nazaret, luego ejecutado por el procedimiento mors agravatta (crucifixión) por delito de sedición contra el poderoso Imperio Romano, pues se expreso aquel funcionario, mientras se lavaba las manos, con palabras que aún resuenan desde el fondo de los tiempos: “Inocente soy de la sangre de este justo, vosotros veréis”. Con el tiempo, ese acto de lavarse las manos, pasó a significar “desentenderse una persona de la responsabilidad de un asunto”, aprendimos a lavarnos bien las manos pero nos desentendimos de un importante asunto en medio de toda esta nueva realidad: nos desentendimos de nuestra propia libertad.
Lenta pero inexorablemente surgieron las restricciones a la libertad ambulatoria. Surgen con renovados bríos reglamentos, normativas, aplicaciones para smartphones, formularios, todos con el mismo fin, restringir la libertad ambulatoria del ciudadano. Debemos pedir permiso para circular, caminar, trotar, correr, pasear en bicicleta o hacer las compras de almacén; la terminación del número de documento de identidad determina que días podrá circular el ciudadano en vía pública, que días podrá acceder a oficinas públicas, ingresar a supermercados. En TV se mostraban consejos y advertencias de toda índole, incluyendo funcionarios estatales aconsejando sobre la actividad sexual con sugerencias de opcionales poses amatorias a fin de evitar el contagio, un paso mas allá y de seguro modificarían el Kamasutra. Como no relacionar esto último con el pasaje de 1984 de Orwell, donde Julia, protagonista femenina, trabaja en el Departamento de Novela del Ministerio de la Verdad, simula una caída para acercarle una nota a Winston Smith, protagonista principal de la obra, la nota decía “te quiero”. Posteriormente, es capturada junto a su amante por la Policía del Pensamiento y enviada al Ministerio del Amor.
“En esta vida no hay nada seguro,
excepto la muerte, y los impuestos”.
Benjamin Franklin
Etimológicamente, la palabra parrhesiazestai significa “decir todo”; quien usa la parresia, el parresiasta, dice todo lo que tiene en mente, no oculta nada, se abre a otras personas mediante el discurso, utiliza las palabras y las formas de expresión más directas que tiene a disposición.
Cabe citar en este punto, la obra de Karl Jaspers de 2003 sobre Friedrich Nietzsche (1844-1900), no como un aporte más a la extensa bibliografía sobre el pensamiento nietzscheano, sino que plantea la singularidad de un hombre cuyas influencias se vislumbran en Freud, Jung, Hannah Arendt, Foucault, Deleuze; un hombre que se atrevió a pensar, con una libertad obtenida a costa de su propia reputación.
¿Podríamos, conscientemente, permanecer en la no-verdad? O en el caso de que eso tuviera que ser así, no sería preferible la muerte? plantea Nietzsche.
En 1968 se publica en Francia “Estrategia judicial en los procesos políticos” de Jacques Vergès (1925 – 2013), el llamado “Abogado del Diablo” o el “Abogado del Terror”. En dicha obra Vergès plantea estrategias de connivencia y estrategias de ruptura en los procesos políticos (procesos en sentido judicial). En el Caso Dreyfus (1898) el acusado respeta las reglas de juego, acepta la legitimidad de las leyes y la competencia del tribunal; en cambio, en los procesos de ruptura, el acusado se transforma en acusador de los representantes legales de un sistema injusto. Allí se analizan desde Prometeo, Jesús y Sócrates, hasta Dimitrov acusado por los nazis del incendio del Reichstag, Fidel Castro, los Templarios, Juana de Arco, Luis XVI, y el proceso de Nuremberg.
Para Foucault, nunca pasa lo mismo, el orden del acontecimiento es el de la multiplicidad contingente, sirva como ejemplo que ya en 1978 hablaba de la relación entre petróleo y terrorismo.
Para Nietzsche el hombre es un ser originariamente cambiante.
En 1984 existe un Partido único de régimen totalitario, y en una capitulo se lee: “El Partido quiere el poder por el poder, sin rodeos, lisa y llanamente; no nos interesa el bienestar de los demás: solo nos interesa el poder”.
Para Vergès, todo proceso entraña un enfrentamiento político, y el Poder Judicial está siempre preparado para defender el orden establecido; Foucault y otros le hacen preguntas en una entrevista:
– “¿había usted imaginado que la técnica, la defensa de ruptura se aplicaría en la defensa de los derechos de la vida cotidiana?
– No, pero me alegro de ello, eso demuestra que la estrategia judicial ya no me pertenece. Que ya no es únicamente un asunto de los que llevan toga, sino también de los que llevan vaqueros”.
Quizás el lector desea encontrar en estas palabras antedichas, alguna respuesta, alguna aclaración, pues no, solo encontrara dudas y preguntas, tal como se estilaba entre pensadores de la Antigua Grecia, preguntas que merecen respuestas, respuestas que sean Verdad, porque, al fin y al cabo, inexorablemente, todos vamos a morir.
Por último, sería conveniente recordar aquí estas palabras: “No pedimos limosnas ni regalos, pedimos el derecho a vivir con dignidad de seres humanos, con igualdad y justicia” (Subcomandante Marcos – EZLN).
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