Dos estrellas de Hollywood con características similares: auténticos ángeles: Liam Neeson y Audrey Hepburn
Dos artistas que ante sus ojos demuestran la inocencia de una lealtad y autenticidad increíbles. Dos grandes que no perdieron su esencia y humanismo para llegar a lo más alto de Hollywood. Dos ejemplos de loderqzgo donde no se vendieron en su esencia a donde llegaron. Dos embajadores de Unicef, pendientes de otro.
Audrey Hepburn, lecciones de liderazgo
Hay estrellas del celuloide que bien podrían dar clases de liderazgo a estrellas de Harvard o Yale. No todo en el cine es frivolidad (Hollywood) o política (España). Son estereotipos. Hay verdaderos destellos de diamantes en Audrey Hepburn, por ejemplo. Desayunó detrás de la ventana de Tiffany, almorzó con los magnates de los negocios e incluso cenó en la Casa Blanca. Pero en las distintas facetas de su compleja personalidad -con apariencia de sencillez- hay muchas lecciones que vale la pena repasar para completar los modelos de liderazgo que hoy y ahora nos proponen los grandes gurús del management.
Si hay una concepción errónea de lo que se entiende por clase intelectual, Audrey Hepburn es el paradigma de que la cultura y el intelecto van de la mano. Que sólo la inteligencia, la reflexión y el pensamiento no pueden ser considerados como propiedad de escritores, pensadores y filósofos.
Aquellos que aún creen que esto es así, no solo deben actualizar su percepción de la realidad, sino estar convencidos de que las auténticas revoluciones del pensamiento siempre provienen de la conjunción de varios elementos, entre ellos lo que sucede en la calle, el sufrimiento de los pueblos y la necesidad de cambio. Y esto ha sido recogido por tan grandes narradores y novelistas como directores de cine. El papel de las actrices y actores que dan vida a historias reales o ficticias, también son una parte ineludible de la cultura. Son piezas tejedoras de historia.
La leyenda se hizo carne.
Audrey Hepburn (1929 – 1993) fue una actriz británica de la época dorada de Hollywood, considerada por el American Film Institute (AFI) como «la tercera leyenda femenina más grande del cine estadounidense». En realidad, deberían extender ese peso a lo que fue del cine mundial, sin ningún tipo de duda.
Su talento como actriz así como su mirada personal, que denotaba sencillez y cercanía, revolucionaron la forma de hacer cine por parte de mujeres que nunca antes habían sido practicadas, en las que la naturalidad de la actriz anulaba por completo la estrella que siempre quiso buscarse en las protagonistas. Hepburn rompe ese mito y le da el carácter de una mujer de carne y hueso, sensible y vulnerable. Ha sido precisamente su aparente fragilidad en todos los trabajos que ha realizado, lo que ha transmitido el mensaje de que lo que se ve no es lo que vale, sino lo que contiene el envase. La firmeza y determinación que va más allá de si una persona es hombre o mujer.
Como todas las grandes personalidades de la cultura, hay mucho más detrás de la pantalla, de todo lo que no sabemos más que investigando su biografía. De ahí que sus pensamientos, actitudes y sensibilidades deban ser tenidos en cuenta como en el de otras celebridades que destacaron en su profesión.
Cuando afirma que «lo mejor para aferrarse a la vida es tenerse el uno al otro», dice de manera sutil pero clara que el amor es la clave de esa voluntad de vivir.
Perteneció a esa generación maltrecha del periodo de entreguerras del siglo XX, porque tanto su infancia como su adolescencia estuvieron marcadas por el inicio de la Segunda Guerra Mundial, un trauma que la acompañaría el resto de sus días.
Lo importante no era si competía a lo largo de su vida con algunas otras mujeres privilegiadas en términos de estilo, presencia y moda. Para ella, sin proponérselo, surgió de forma natural. Marcaba estilo y muchas mujeres anhelaban parecerse y ponerse lo que ella usaba. Pero su fuerza estaba dentro de él, porque frente a la frivolidad de quienes resaltaban solo esos aspectos superficiales, respondió de manera contundente que «los ojos bellos buscan el bien en los demás… Los preciosos labios solo dicen palabras de bondad, y para lograr el equilibrio hay que caminar con la certeza de que nunca se está solo».
Hepburn no entendía la vida sola sino en las buenas relaciones interpersonales, especialmente en la relación íntima de pareja. Pero al final, la infelicidad terminó apropiándose de su vida personal, por lo que en el último tramo de su existencia buscó consuelo en el trabajo caritativo, convirtiéndose en «Embajador de Buena Voluntad» de UNICEF.
Hepburn aplicó aquella frase de Gandhi que decía: «La audacia es necesaria para el desarrollo de otras cualidades nobles», porque demostró que el coraje de una mujer no está reñido con su aparente debilidad o inseguridad física. Tenía muy claro la persona que era y lo que quería o podía ser. La diferencia entre ambas se protagonizó como si de una película se tratara, con su forma de actuar en la vida no en los decorados de los años hollywoodenses de las grandes producciones.
A finales de los años ochenta, en sus viajes por todo el mundo representando a UNICEF, Hepburn hizo un gran esfuerzo para concienciar sobre los niños necesitados. Entendía muy bien lo que era pasar hambre, ya que lo había vivido en carne propia en los Países Bajos durante la ocupación alemana.
Como ocurrió con más de una personalidad, ganó un premio especial, en este caso de la Academia de Hollywood en 1993 en reconocimiento a su labor humanitaria; pero no vivió lo suficiente para recibirlo, porque murió el 20 de enero de 1993 en su casa de Tolochenaz, Suiza, después de una batalla contra el cáncer de colon.
La película por la que es más recordada ‘Desayuno con diamantes’ (que fue traducida como ‘Desayuno con diamantes’, 1961) de Blake Edwards, perfectamente puede ser un remake de su propia vida, ya que encarna a una mujer que quiere olvidar su pasado, se siente desterrada de todas partes; Pero lo más increíble es que no siente el deseo de pertenecer a ninguna persona. Lo único que le interesa es sentirse libre. Se acompaña de una banda sonora imposible de olvidar (Moon River, 1961) de Henry Mancini y Johnny Mercer, que van al personaje como un anillo al dedo. Una mujer en busca de su felicidad eterna que finalmente la llevará al celuloide en esta película, siendo la verdadera paradoja de su propia vida en la que nunca, según sus familiares más cercanos, logró encontrarla.
En palabras de su hijo Sean Hepburn en una entrevista que le concedió en Marbella durante una gala contra el sida, dijo que «nada es lo que parece y se ve. La vida de mi madre no fue fácil e incluso llegué a comer galletas para perros para matar el hambre». En referencia a su infancia en la Holanda ocupada por los nazis. Pero la joven neoyorquina loca y excesivamente liberal que le dio un toque especial de color a la ciudad de los rascacielos en ‘Desayuno con diamantes’ estaba embarazada de tres meses durante el rodaje del que sería su hijo Sean.
Haciendo gala de sus sentimientos y pensamientos, Audrey Hepburn nos conmueve cuando dice que «cuando no tienes a nadie que pueda prepararte una taza de té… cuando nadie te necesita… ahí es cuando pienso que la vida se acabó».
Señalé al principio de este blog los malentendidos entre intelectualidad, cultura y gente común. Aprendí de personas como Hepburn que la verdadera enseñanza de nuestra vida proviene de nuestra tendencia a emular buenos ejemplos. De ella, mucho más importante que su estrellato que nunca buscó, está en la condición humana que subyace a todas sus acciones, palabras y pensamientos. Y esto… ESTO ES CULTURA
Liam Neeson, el eterno héroe de acción
Con un carácter de liderazgo: una personalidad dura frente a la cámara, pero analítica y auténtica detrás de escena
Tras la imagen del tipo duro de sus personajes cinematográficos, descubrimos un alma filosófica y compasiva
Neeson ha estado actuando desde los 11 años, cuando aceptó un papel en una obra de teatro escolar para presumir con una niña en su Irlanda del Norte natal. Siempre ha puesto compasión y atención en todo lo que hace, desde las actuaciones hasta las relaciones personales y la educación de los niños. Creció con la convicción de que todos importaban y que hacer las cosas bien valía la pena. Además, comenta, «hubo una guerra en el lugar donde viví durante 30 años». En consecuencia, Neeson no es una persona que haga las cosas a medias, que se quede callada o que considere que la benevolencia es algo natural.
Neeson es alto, tiene manos grandes como hogazas de pan y una voz profunda, y podía entrar en cualquier lugar y hacer que los demás se sintieran incómodos por placer. Por otro lado, hace lo contrario. Se esfuerza por crear tranquilidad en su entorno, por acoger, por ayudar… Un vestigio de sus humildes raíces obreras, cuando salir adelante requería un esfuerzo constante y sin quejas. No es de extrañar que, a lo largo de las décadas, Neeson haya interpretado a toda la variedad de figuras paternas posibles: todos los hombres que hacen lo indecible para resistir y liderar mientras se enfrentan a su dolorosa y fallida humanidad. Ha interpretado al héroe del Holocausto Oskar Schindler, al héroe popular escocés Rob Roy, al atormentado y amable Jean Valjean de Los Miserables, de Víctor Hugo y al maestro Jedi Qui-Gon Jinn (el primer Jedi del universo de Star Wars en manifestar su conciencia después de la muerte). Neeson incluso dio voz al león animado de la serie Las crónicas de Narnia, en un personaje impresionantemente paternal: Dios mismo. También ha interpretado a Zeus (Furia de titanes, 2010).
Podemos nombrar muchas películas que ha hecho a lo largo de los años, pero en el tema de hoy podemos hablar de su papel en The Grey.
1) La película analiza el liderazgo de Liam Neeson como líder de un grupo de 7 supervivientes de un accidente aéreo en Alaska que son perseguidos por lobos.
2) Liam Neeson adopta un estilo de liderazgo democrático al permitir que el grupo participe en las decisiones, aunque él toma la mayoría de las decisiones.
3) Aunque Neeson tiene conocimientos sobre la supervivencia en ese hábitat, no siempre tiene razón y los supervivientes van muriendo uno a uno a pesar de seguirlo.
Y luego está Taken, el thriller de venganza en el que Neeson se convierte en el símbolo de todos los padres guerreros que alguna vez soñaron con impartir justicia en nombre de sus hijas y esposas maltratadas. Se trata de una película que se convirtió en franquicia y que, gracias a la consagrada y sublime interpretación de Neeson, elevó al nivel de una película de acción lo que podría haber sido una película policial convencional con un presupuesto reducido. También dio lugar a un nuevo género de películas de acción protagonizadas por adultos mayores (o «geri-action»), algo que a Neeson le parece muy divertido.
«Cuando me envían un guión de acción», me dice, «le digo a mi agente: ‘Hay siete escenas de lucha. Yo mato a muchos tipos que necesitan ser asesinados. ¿Saben los productores cuántos años tengo?'».
Esto no significa que Neeson tenga la intención de retirarse. Cuando vienes de un lugar donde los conflictos son la norma, donde las circunstancias nos recuerdan todos los días que la vida es cruel y fortuita, no te rindes cuando tomas la iniciativa, incluso si estás a punto de cumplir 70 años. Su contacto con la muerte en el año 2000 -tras un terrible accidente de moto en el que se fracturó la pelvis y los médicos no esperaban que pasara la noche- no hizo más que confirmar lo que Neeson siempre supo: hay que aprovechar cada día, y hacerlo con la conciencia de que somos menos especiales que afortunados.
¿Dónde está ahora?
Una persona del mundo norirlandés y americano. ¡Un ser mundano y con ganas de ver sus propias películas!
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