Informe Especial COVID-19 / Agosto 2020
La Implosión de Corea del Medio
Por Lic. Jorge Daniel Giacobbe – Director de Giacobbe & Asociados – @JorgeGiacobbe
Cuando los lectores de encuestas revisan datos que miden evaluaciones personales de dirigentes, en general tienden a centrar primero -y casi exclusivamente- su atención en las magnitudes positivas (verde).
A fin de ganar en profundidad de análisis de los datos, en informes anteriores hemos retratado la importancia de las imágenes negativas (rojo), sobre todo para el futuro de quienes pretenden seguir escalando la pirámide del poder por la vía electoral.
Los apuntes que obran a continuación estarán centrados en la imagen regular, esa barra gris a la que le cuesta llamar la atención del lector frente a la potencia de las dos anteriores. La imagen regular no es desconocimiento.
Según nuestro modo de entender el comportamiento de los contestantes, aquel que elige calificar con este valor está intentando decir que, a ese momento, no posee la información suficiente como para decidir si «le gusta» o «no le gusta», pero que lo conoce.
Podría decirse que «lo/a está esperando». Es un período ventana muy interesante porque supone un riesgo y una oportunidad a la vez. Las personas que salen de regular hacia positiva o negativa, luego serán más difíciles de resignificar.
En este sentido, la calificación regular vendría a ser la «Corea del Medio» de las mediciones de imagen. Cuando esta se disuelva, será porque la del Sur o la del Norte, ambas, avanzan sobre ella. Representa una antesala de las definiciones, de crecimientode las polaridades.
La noticia común a todas las principales figuras políticas de esta medición, si bien tenue, es que sus imágenes regulares están en disolución.
Alberto Fernández mantuvo su imagen positiva (37.3%) pero creció cuatro puntos su negativa (48.5%) a costa de su regular.
Axel Kicillof creció tres de negativa, pero a costa de su desconocimiento. Cristina también perdió apenas un punto de su regular que se disolvió entre las otras dos, de modo tal que resulta estable.
Mauricio Macri también perdió tres puntos de su regular que, al igual que Cristina, se fueron a positiva y negativa casi por igual.
Párrafo aparte, a Horacio Rodríguez Larreta le está sucediendo todo eso a la vez. Cayó dos puntos de su anterior regular, y también cuatro puntos de desconocimiento. ¿Dónde fueron esos seis? Solo uno a positiva, y cinco a negativa.
Todavía hay un tercio de la población que califica al Jefe de Gobierno como «regular». Es quién tiene mayor oportunidad y riesgo a medida que ese universo se vaya definiendo. Si la relación, como en esta medición, fuera negativa por 5 a 1, tendrá que repensar su estrategia.
En cuanto a las gestiones de la crisis del Covid19 en particular, sucede lo mismo que con las personales. Caen las evaluaciones regulares y crecen mucho las muy negativas en los tres mandatarios.
EL SEGUNDO FIN DE LA CUARENTENA
El primer fin de la cuarentena fue aquel momento donde se disoció lo emocional de lo racional. Pasado el primer mes de cuarentena, esfuerzo que la sociedad aguantó estoicamente, empezamos a sentir que no aguantábamos más la situación (emocional) aún en la comprensión (racional) de que el encierro y la distancia eran las herramientas más eficaces contra el virus.
La cabeza entonces ya no pudo controlar a la voluntad y se inició el proceso de ruptura de facto de la cuarentena, aún sin el reconocimiento a viva voz, sin los argumentos para sostener el comportamiento, y con cierta vergüenza.
El segundo fin de la cuarentena es aquel en que la rezagada racionalidad alcanza a la emocionalidad. Cada uno empieza a argumentar aquello que previamente se hacía carne en sentimientos, y grita libertad. Mira a su alrededor, escucha otros gritos de libertad, entonces ya no da vergüenza opinar en contra del encierro.
Aquella aceptación del 85% que el instrumento implementado por el presidente lograra hacia fines de marzo, tuvo una curva descendente sostenida.
Hace quince días «las líneas se cruzaron» resultando 1% más la desaprobación (44%) que la adhesión (43%).
Esa curva descendente encontró un abismo en esta medición, y la brecha se profundizó notablemente: 16.7% de distancia, siendo 36.7% la aprobación y 53.4% la desaprobación.
Contra las cuerdas, la cuarentena está esperando el sopapo final de la opinión pública.
El presidente podría parar la controversia, pero no puede creer que su pollo, campeón de los primeros rounds, se haya transformado un flan con crema. Cuando Alberto tire la toalla y firme el final de las extensiones, será el tercer final de la cuarentena. A esa altura solo un acto administrativo para los archivos de la nación.
Prolongar la cuarentena – mix de miedo y negocios
Por Jorge Giacobbe (Padre) – Director de Giacobbe & Asociados
Al revisar detenidamente los resultados obtenidos en las preguntas referidas al Coronavirus se podrá observar una extraña e ilógica relación entre: PROLONGARÍA LA CUARENTENA (36.7%), TENGO MUCHO MIEDO AL CORONAVIRUS (21.6%) y VI AFECTADOS MIS INGRESOS (78%).
Dicho de otro modo, si casi 80% de la población perdió ingresos debido a las restricciones de la cuarentena, y si solo 22% está aún muy atemorizado por la amenaza del virus, ¿cómo se llega a casi un 40% que pide extender la
La explicación es sencilla.
Si analizamos conforme a su ideología a quienes aún TIENEN MUCHO TEMOR al coronavirus (21,6%), veremos que el excesivo temor ataca de manera especial a ciertas comunidades ideológicas, pero no a otras. Por ejemplo, entre kirchneristas el miedo total afecta al 57,3%, entre peronistas al 30,9%, mientras que entre independientes y/o apolíticos solo afecta al 12,4% y entre adherentes a fuerzas políticas de menor cuantía solo afecta al 7,2%. En medio de estos extremos los autodefinidos como pertenecientes al Pro solo tienen super atemorizados al 15.7% de sus miembros.
¿Será posible que algunas comunidades ideológicas sufran de manera particularísima el miedo a ciertas enfermedades al punto de multiplicar por ocho el temor promedio de otras comunidades? ¿Pasará lo mismo frente a otras amenazas globales a la salud pública?
Ahora, si le damos vuelta y analizamos a quienes DESEAN CONTINUAR CON LA CUARENTENA (36,7%) conforme a su ideología vemos lo siguiente: de los adherentes a pequeñas organizaciones políticas solo quieren extender la cuarentena un 11,5%; de adherentes al Pro, un 14,5%; de los radicales un 19,2%; de los independientes y apolíticos un 23,9%; pero de los peronistas quiere continuar un 64,3% y de los kirchneristas un 87,6%.
Aquí queda absolutamente claro que la idea de extender la cuarentena, más allá de sus consecuencias sociales y económicas, es impulsada y motorizada por dos comunidades políticas (peronistas y kirchneristas) sin los cuales la aceptación a las prolongaciones promediaría la mitad de la porcentualidad (36.7) que exhibe
hoy.
Veámoslo ahora las posiciones asumidas por personas que NO perdieron ingresos durante la cuarentena (22.1%).
Expuesto ya que solo el 22,1% de los encuestados asegura que NO HA PERDIDO INGRESOS durante la cuarentena, surge que únicamente dos comunidades ideológicas han tenido mejor suerte: dentro del campamento kirchnerista quienes NO perdieron son el 35.8%, y dentro del universo peronista los NO perjudicados económicamente son el 31,3%. Todos los demás núcleos ideológicos consignan porcentajes de NO pérdida de ingresos inferiores al 22% global.
La pregunta obligada aquí es, ¿cuál será el motivo por el cual los dos sectores menos perjudicados económicamente (kirchneristas y peronistas) son los más fervientes impulsores de continuar por este camino?
Ergo, kirchneristas y peronistas son, por lejos, quienes MAS MIEDO expresan al virus.
Son, por lejísimos, quienes más de acuerdo están con extender la cuarentena y, en paralelo, son notoriamente los menos afectados por la reducción forzada de ingresos.
Pero no son los únicos. Hay otros sectores que están a favor de prolongar la cuarentena por razones de conveniencia.
Entre ellos, miles de pequeños comerciantes barriales que han logrado duplicar o triplicar sus ventas a partir de que la gente, encerrada en sus casas, compra ahora en negocios de proximidad lo que antes compraba en comercios del centro de las ciudades.
También debe sumarse a buena cantidad de empleados públicos y privados no esenciales que perciben el 100% de sus salarios sin la obligación de prestar servicio.
Asistimos, frente a este tema, a una trama compleja de miedos ciertos más intereses políticos y económicos que, aun sumados, reúnen hoy solo a un tercio de la población (36,7%) en la postura de continuar extendiendo la cuarentena.
Para confirmación veamos lo que sucede entre los encuestados que dicen aun TENER MUCHO MIEDO (21,6%). Solo dos tercios de ellos (69%) está de acuerdo con las extensiones. Eso equivaldría a un 15% de la población.
Después de leer este breve informe la conclusión es simple: la inmensa mayoría de los argentinos esta más preocupada por las consecuencias sociales y económicas de la cuarentena que por la potencia destructiva del virus.
Eso no quiere decir necesariamente que la mayoría tenga razón. Pero sí que a esta altura tiene muy buenas razones para opinar como opina.
CAMBIANDO DE TEMA:
Insistimos en la idea de dar respuesta a la inquietud extendida vinculada a si la sociedad cuenta o no con dirigencia alternativa. En esa dirección volvemos a presentarle la situación de opinión publica de personalidades de todas las tendencias que podrían ocupar mañana sitios de mayor relevancia. En este informe incluimos a Guillermo Moreno y a Fernando Espinoza por el PJ, a Toty Flores y Graciela Ocaña por Cambiemos, a Darío Lopérfido por terceras fuerzas y a Fernán Quirós, secretario de salud de CABA, un claro emergente de destacado protagonismo en estos meses. Así los ve hoy la opinión publica.
El éxito del fracaso
Por Lic. Luis Alberto Mamone – Director de Giacobbe & Asociados – Psicólogo
Cabe preguntarnos si alguien puede ser “Honesto” y a la vez “Mentiroso”, “Ladrón” y “Corrupto”. Si uno puede ser “Excelente” además de “Desastroso”, o finalmente si se puede ser “Confiable” y simultáneamente “Fracasado”, “Incapaz” e “Inservible”.
Sin ánimo de resolver estas supuestas contradicciones resulta interesante adentrarnos en las mismas y reflexionar acerca de uno de los protagonistas de la Argentina pandémica de hoy: Mauricio Macri.
Definir con una palabra al ex presidente significa un riesgo. El mismo consiste en develar la grieta reinante en la opinión pública por sobre el perfil de un hombre que deja su sillón presidencial en las condiciones conocidas por todos.
Tal vez, la fortaleza de esta polaridad reinante, no permita el alejamiento fácil de esta figura emblemática y opositora. El oficialismo no parece permitir la retirada. Necesita de su presencia mediática y fantasmal. Obliga a que su estampa y su pelaje sigan vigente, con el objetivo de sostener y postergar las convulsiones epidémicas, económicas y sociales. El futuro no es alentador, ni lo será en tiempos próximos. Todos los pronósticos lo vaticinan.
Un país que abona cientos de muertes diarias y un sistema sanitario en alerta naranja, cuida en robusta salud su sistema bipolar de funcionamiento y apreciaciones. El fracaso del otro es mi éxito, y viceversa.
No obstante, si nos atenemos a la consulta formulada a nuestros entrevistados queda mucha tela para cortar. En especial si ponemos foco en la persona de Macri y su arribo al campo político y presidencial.
La pregunta más extendida, que surge a la hora de hablar de Macri, es la siguiente. ¿Cómo es posible que un hombre con los temas vitales resueltos, con una fortuna formidable, con una familia constituida en buena forma, con la comodidad y el confort asegurado se meta en el barro hediondo de la política?
A la hora del análisis la respuesta no resulta tan complicada. No se puede entender la psicología de Mauricio Macri sin entender la relación de este con su padre, Franco Macri.
Mauricio fue un proyecto que Franco consideró fallido. Este padre de trazadas características narcisistas, a fuerza de exigencia y descalificación construyo la “ingeniería” de un fracaso de sucesión.
Podemos sacar primeras conclusiones con el dato que a los cinco años Macri concurría junto a su padre a las reuniones de directorio de sus empresas y que en plena pubertad de 12 años viajaba con Franco a las reuniones empresariales en Europa.
Lo cierto que los dos quedaron encerrados en un laberinto sin salidas. Por parte del “Padre”, cómo alentar y coronar los talentos de un príncipe si el trono dorado y prometido nunca estaría vacante.
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